El gran mal que empobrece a la humanidad es que no son muchas las personas que saben lo que quieren.
Si no sabe lo que quiere, su mente estará a la deriva.
Quien no siembra no recoge.
¿Qué es lo que usted desea alcanzar actualmente?
Responda ahora mismo. No titubee.
Sepa lo que desea conseguir. Especifique. Cree, con detalles, esta imagen en su mente. Vibre de alegría. Mantenga vivida en la mente, con fe, esa imagen. Agradezca desde ahora. Así es y así será.
Recuerdo ahora un chiste que acostumbro contar al tratar este tema, en las charlas sobre la riqueza: un colegio de monjas tenía dos papagayas. En lugar de enseñarles a decir tonterías, como lo hace tanta gente, las hermanas les enseñaron a rezar el rosario. Tiempo después, el vicario de aquella parroquia recibió como regalo un papagayo.
Como no tenia tiempo de cuidar al animalito, debido a sus innumerables actividades fuera de la casa, resolvió ofrecer el papagayo a las hermanas del Colegio. Se lo llevó a la superiora del Colegio, quien estuvo de acuerdo inmediatamente y l dijo:
-Cómo no, ahora mismo vamos a poner al papagayo junto con las dos papagayas.
Cuando una de ellas vio al papagayo, le dijo a su compañera: “Puedo dejar de rezar el rosario, pues ya conseguí mi gracia”.
Fíjese, hasta la papagaya sabia bien lo que quería.
Especifique en su mente lo que desea alcanzar. No se preocupe por como lo lograra. Esta es la parte de Dios. Haga su parte y Dios hará la de Él, que es dar. Al Poder Infinito y a la Sabiduría Infinita de su subconsciente les corresponde encontrar los medios, el camino, la manera para que ese bien llegue a usted. Los caminos son incontables.
En su mente consciente no sucederá ni una milésima parte de las posibilidades. No necesita imaginar, por lo tanto, como llegara a usted el automóvil, o como conseguirá la casa. Mentalice el automóvil, la casa, como si ya fueran suyos. Y así será.
LAURO TREVISAN.
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